lunes, 22 de julio de 2024
Depresión infantil: Un riesgo silencioso

La depresión es un trastorno mental común que va más allá de sentirse desanimado o triste; y a diferencia de lo que usualmente se puede creer, no es una enfermedad que se da exclusivamente en las personas adultas. Si bien es cierto que es infrecuente en niños muy pequeños, puede ser bastante más común en niños mayores y en adolescentes.
Esta es una enfermedad que se puede llegar a desarrollar por la interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales como, por ejemplo, vivir una experiencia traumática (la pandemia), el fallecimiento de un ser querido, inestabilidad familiar, sufrir de acoso escolar, entre otros; no obstante, se debe considerar que la depresión infantil tiene dos características que la diferencian de la del adulto, siendo una de ellas la dificultad que tiene el niño para expresar verbalmente sentimientos y emociones, y la segunda es que su personalidad aún se encuentra en formación.
Signos y síntomas
En los niños es normal que en algún momento de sus vidas pueden llegar a sentirse irritables, tristes o desanimados; sin embargo, cuando estos comportamientos no remiten en el tiempo, se incrementan, se vuelven más persistentes y comienzan a interferir en varios aspectos de su vida diaria, podemos sospechar de una posible depresión.
Los signos y síntomas de la depresión en la infancia pueden variar según la edad; sin embargo, suelen presentarse los siguientes: tristeza o irritabilidad persistentes, dificultad para realizar actividades cotidianas, pérdida de interés por las actividades que normalmente disfrutan, retraimiento de los demás, sentimientos de inutilidad y culpabilidad, fatiga, inquietud, dificultad para concentrarse, cambio en el apetito o en los patrones de sueño, asumir riesgos que normalmente no tomarían.
¿Qué se puede hacer?
Es importante considerar, desde un primer momento, que la depresión no es un signo de debilidad y que puede prevenirse y tratarse. A continuación, mencionamos una serie de recomendaciones que se pueden tener en cuenta para prevenir esta enfermedad:
Fomente la comunicación: Cree un ambiente de confianza en donde se evite el juzgar y se valore la expresión de las emociones. Permita que su hijo hable de cómo se siente, qué le preocupa y desea.
Priorice hábitos saludables: Anime a su hijo a tener una alimentación balanceada, practicar ejercicio con regularidad y tener buenos hábitos de sueño. Recuerde, la mejor forma de enseñar las conductas que queramos que aprendan es a través del ejemplo.
Comparta tiempo de calidad: Pasar tiempo con su hijo ayudará a conocer mejor sus gustos e intereses, así como a fortalecer los vínculos y generar confianza. Muestre interés por sus actividades y realice algunas con él/ella.
Gestione los riesgos: Evite exponerlo a situaciones de riesgo que puedan generarle un estrés excesivo. Procure no recurrir al maltrato, castigo físico ni verbal.
Visite a un profesional: En caso sospeche que su hijo puede estar deprimido o le está costando lidiar con sus emociones, no dude en buscar la ayuda de un profesional de la salud mental.
Tomado de: https://alertausil.com/categoria/bienestar/articulos/202
Colaboración:
Bienestar y Formación