lunes, 16 de septiembre de 2024
¿Por qué la naturaleza nos hace bien a la salud?
Los médicos no suelen recetar a sus pacientes que pasen tiempo en la naturaleza, pero quizá deberían empezar a hacerlo. Numerosos estudios demuestran que estar en espacios verdes (parques, bosques, montañas, etc.) es beneficioso para el bienestar físico y mental de las personas. Menos conocidas son las ventajas de estar cerca de océanos, lagos y ríos.
Un informe en inglés titulado Green and Blue Spaces and Mental Health [Espacios verdes y azules y salud mental] de la Organización Mundial de la Salud demuestra que pasar tiempo en la naturaleza (incluidas las zonas urbanas y periurbanas) mejora el estado de ánimo, la mentalidad y la salud mental. Las investigaciones demuestran que la exposición a bosques, parques, jardines o costas puede incluso mitigar el impacto psicológico del cambio climático, favorecer la actividad física y ofrecer oportunidades de interacción social y lugares "para relajarse y dejar atrás por un rato el estrés cotidiano".
"Si pensamos en nuestra relación con la naturaleza, nos recuerda que estamos incrustados en el mundo natural, como especie", afirma Patricia Hasbach, psicoterapeuta y ecopsicóloga de Eugene (Estados Unidos). "Es como si volviéramos a casa cuando vamos a espacios azules o verdes. Fomenta la sensación de formar parte de algo más grande que nosotros mismos".
Elementos reconstituyentes
Aunque los investigadores no han comparado las ventajas de los espacios verdes con las de los azules, hay muchas pruebas que avalan los beneficios para la salud mental de ambos entornos. Las investigaciones han demostrado, por ejemplo, que la práctica japonesa del "baño de bosque" (también conocida como Shinrin-yoku), que consiste en caminar lentamente por un bosque e inhalar las sustancias aromáticas llamadas fitoncidas que desprenden los árboles, reduce la tensión arterial, alivia los síntomas depresivos y mejora la salud mental.
Hay muchos mecanismos biológicos posibles detrás de los beneficios de la exposición a entornos naturales verdes o azules. Según Marc Berman, neurocientífico especializado en medio ambiente y profesor asociado de psicología en la Universidad de Chicago (Estados Unidos), una de las explicaciones es que estos beneficios se derivan de lo que se denomina teoría de la restauración de la atención, que propone que la exposición a la naturaleza ayuda a aliviar la fatiga mental y mejora la capacidad de concentración. "Los humanos tenemos dos tipos de atención: la atención dirigida, que es la que usamos en el trabajo y es el tipo de atención que es fatigable o agotable, y la atención involuntaria, que es captada automáticamente por cosas interesantes en el entorno y no es fatigable."
Además de captar tu atención involuntaria, pasar tiempo en la naturaleza puede provocar lo que se denomina "fascinación suave", una experiencia agradable y sin amenazas que es interesante pero no requiere toda tu atención. De este modo, "tu mente puede divagar y puedes pensar en cosas al mismo tiempo", afirma Berman. "Cuando la gente está en la naturaleza, tiende a pensar en temas relacionados con la espiritualidad y su viaje vital".
Otra explicación de por qué la naturaleza tiene un efecto casi medicinal sobre la mente y el cuerpo es la llamada hipótesis de la biofilia, que sugiere que los humanos tienen un deseo innato de conectar con la naturaleza y otras formas de vida.
Los olores, las vistas y los sonidos calman nuestros sentidos
En un entorno natural, no son sólo los colores azul y verde los que nos tranquilizan; las formas de los objetos también pueden ser reconfortantes, señala Berman. Las investigaciones han descubierto, por ejemplo, que observar fractales naturales (patrones complejos que se repiten en la naturaleza a diferentes escalas de tamaño (helechos, flores, montañas u olas del océano) induce una mayor actividad de ondas alfa en el cerebro (medida con electroencefalogramas, EEG), que se asocia a un estado relajado pero despierto y a una atención interiorizada.
En otro plano sensorial, los investigadores descubrieron que la inhalación de compuestos orgánicos volátiles como el limoneno y el pineno mientras se está en un bosque puede disminuir la fatiga mental, inducir la relajación y mejorar el rendimiento cognitivo y el estado de ánimo.
La receta de la naturaleza
Aunque los estudios recomiendan al menos dos horas semanales en espacios verdes y azules, "incluso unos pocos minutos al aire libre pueden mejorar el estado de ánimo y la función cognitiva", afirma Eileen Anderson, antropóloga médica y psicológica y profesora de bioética en la Facultad de Medicina de la Universidad Case Western Reserve de Estados Unidos. "Acordarse de aprovechar las pequeñas oportunidades y empaparse de tiempos más largos cuando sea posible puede ayudar a la mente, el cuerpo y el espíritu".
Para ello, es una buena idea tomarse "descansos en la naturaleza" para reagruparse y refrescar la mente, por ejemplo, paseando por un parque o jardín cercano durante la hora del almuerzo. Mientras estés allí, sintoniza con las vistas, los sonidos, los olores y otras experiencias sensoriales. "Si puedes encontrar entornos que no exijan tu atención directa y que estimulen tu atención indirecta, podrás recuperar la atención y la energía mental", afirma Berman. "Cuanto más puedas tomarte descansos y adentrarte en la naturaleza, mejor".
Artículo tomado de: https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/2024/08/desarrollo-residencial-amenaza-supervivencia-agricultura-florida-ee-uu
Colaboración:
Diana Carrillo
Bienestar y Formación